Un día cualquiera

Cuando no hay internet en mi edificio y necesito enviar correos (cv s, sigo sin empleo), como la mayoría de los emprendedores que no tienen oficinas, voy a Starsucks.
Mi experiencia en estos lugares, por lo menos en la sucursal que visito, no es la mejor. Siempre voy a la misma sucursal cerca de Galerías Coapa. Siempre me siento en el mismo lugar; en la esquina de un sillón cerca de la entrada. Casualmente siempre me atiende la misma señorita y siempre me sirve solo espuma, sospecho que no le caigo bien. En la mayoría de las ocasiones ponen música clásica, no me molesta, el problema es que la ponen a todo volumen, no como parte del ambiente, como acompañamiento musical de esta comedia.
Una vez que me sirven mi espuma no la bebo directamente del vaso sino que me la como con un palito de madera para revolver el azúcar. Permanezco en el establecimiento al rededor de tres horas, ya que si me quedo más tiempo los pies se me entumen por el frío.
Siempre voy al baño antes de irme y limpio el bigote blanco que la espuma dibuja en mi labio superior. Tiro mi vaso y me voy caminando sobre la avenida tratando de recordar cómo era la vida antes del internet.

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